Como cualquier tipo de bebida o alimento, el consumo del vino debe ser moderado. Ciertas son sus beneficiosas propiedades para nuestra salud, pero si no lo ingerimos con moderación puede tener reacciones adversas hacia nuestro organismo. Se recomienda tomar de una a dos copas diarias, acompañadas éstas de cualquier tipo de alimento.
Nuestro corazón es quien más beneficiado va a resultar de la ingesta de vino, pero no va ser el único, siendo el vino tinto al que corresponden la mayoría de sus propiedades (tanto el blanco como el rosado no son ricos en polifenoles, que son quienes dotan al vino tinto de sus importantes propiedades antioxidantes).Las mismas actúan rejuveneciendo nuestra piel, atacando directamente a los radicales libres, quienes son los principales culpables del deterioro de la misma.
Otros componentes como la catequina, el resveratrol, y la quercetina se encargan de potenciar nuestro sistema inmunológico, dotándolo de sustancias anticancerígenas y antioxidantes, que de igual modo regulan el colesterol, las posibilidades de desarrollar una úlcera, y facilitan la lucha contra la arterioesclerosis.
También nos ayuda retrasando la aparición de la pérdida de memoria (siendo el Alzheimer la más representativa de éstas), evitando el desarrollo de tumores en nuestro cuerpo retrayendo el crecimiento de las células que los contienen,
Por otro lado, cierto es que tiene unas propiedades relajantes en nuestro organismo, nos libera de tensiones y además de reconfortarnos nos facilita la digestión (recomendándose por ello su consumo preferentemente en las comidas o las cenas), aportando a su vez minerales, vitaminas y nutrientes.
En definitiva, la piel se convierte en una de las principales beneficiadas por el consumo del vino dadas sus propiedades antioxidantes, que combaten contra los radicales libres que la envejecen y deterioran pero es nuestro corazón, nuestro sistema cardiovascular el que mayores beneficios va a encontrar en su consumo, un consumo que debe ser moderado, aspecto a recalcar ya que si nos excedemos tanto en el consumo de vino como en el de cualquier otro tipo de sustancia alcohólica, los efectos son totalmente contrarios a sus beneficios iniciales.