Además de diferenciarse en determinadas partes en cuanto al proceso de su elaboración, el vino blanco es obvio que se diferencia del tinto además de por su sabor, por su color. Generalmente se usan uvas blancas para su producción e incluso en algunos casos se han utilizado tintas (recordar que el mosto de la uva es neutro, lo que dota al vino de su color es la propia piel de la uva misma).
Para comenzar con su elaboración, comenzamos con el prensado de las uvas, después de su despalillado y su estrujamiento, obteniendo mosto de las mismas (en un primer prensado más suave y ligero obtenemos el denominado mosto yema, de gran calidad; después trasladamos la pasta resultante del primer prensado para volverla a prensar cada vez más intensamente, obteniendo mosto de primeras, de segundas y de terceras, tras tres prensados, obteniendo vinos de diferentes calidades), el cual posteriormente mantendremos en reposo, para que clarifique por sí solo (operación de desborre), añadiendo a su vez un gas (el sulfuroso) que paralice el proceso de la fermentación durante un día aproximadamente. De este modo conseguimos una mejor separación entre cualquier tipo de resto sólido que pudiera existir en el mosto (los restos van al fondo de la cubeta), para poder realizar la operación del trasiego, acabando de clarificar el vino, mediante la cual trasvasamos el mosto libre de cualquier sustancia sólida a otras barricas donde comenzar con el proceso de la fermentación de los mostos resultantes. Previo a ello y mediante el uso de ácidos y sales, modificamos la acidez del mosto. Y, como hemos llevado a cabo anteriormente la operación de desborre (recordar que en dicha operación se neutralizan a la gran parte de las levaduras de la uva), la fermentación del mosto será mucho más lenta y tardía que la producida en la elaboración del vino tinto. El último paso será realizar una última clarificación o filtrado para evitar los últimos y minúsculos restos que pudieran quedar.
Posteriormente y tras clasificar la producción obtenida según su calidad, ya podemos destinar al vino blancoresultante a su embotellamiento o a su envejecimiento.
Lo serviremos a una temperatura de unos 9 grados, acompañando pescados, aves y ciertos postres.
Y, como ejemplo de localidades productoras de vino blanco, citar a Borgoña y Alsacia en Francia, Rías Baixas y Jerez en España, y Veneto y La Toscana en Italia.